jueves, 20 de diciembre de 2007

Los hemisferios cerebrales, el Lenguaje y la Conciencia


Podemos experimentar muchas cosas fuera del sistema normal de lenguaje, como lo hacen los niños pequeños antes de aprender a hablar. Hace unos años Michael Gazzaniga probó con dos pacientes en el Cornell Medical School a los que se examinaba por tumores cerebrales. Debían ser sometidos a angiogramas: radiografías de los vasos sanguíneos de su cerebro, hechos visibles mediante un sistema de contraste especial. Mientras se les insertaba una aguja en su arteria carótida izquierda, en el cuello, para prepararlos para la inyección del medio de contraste, se les inyectaba pequeñas dosis de Amytal (un anestésico), que hace adormecer el hemisferio izquierdo, un método utilizado en muchos estudios de la función cerebral. El propósito era demostrar exactamente en qué lado se alojaba su centro del habla.
‘Es un procedimiento muy dramático’- informa Gazzaniga-.
‘El paciente yace en una mesa, con ambas manos sostenidas en el aire. Veinte segundos después que la droga penetra, su mano derecha cae gradualmente, está completamente paralizado en el lado derecho, aunque el otro lado de su cerebro permanece despierto, durante un minuto y medio. Este es nuestro momento de prueba. Ponemos un objeto, digamos un cigarrillo, en su mano izquierda. Lo siente. Su hemisferio derecho, que controla esa mano, está completamente despierto. Quitamos el cigarrillo. Luego los efectos del Amytal comienzan a pasar y el hemisferio izquierdo despierta. Le preguntamos al paciente cómo se encuentra.
-Bien-, responde.
-¿Qué le puse en la mano?, le pregunto.
-No sé-, dice el paciente.
-¿Está seguro?
-Sí-, responde.
Luego le mostramos una serie de objetos: un lápiz, un bloc de papel, un peine, un cigarrillo y le preguntamos:
-¿Cuál era?
A pesar de todo lo que ha dicho, su mano izquierda señala inmediatamente el cigarrillo.
Esto demuestra que el rastro de la memoria, o enagrama, del cigarrillo fue codificado en su hemisferio derecho, y que podía ser expresado no verbalmente, pero que el lado verbal del cerebro no tenía acceso a él.
"Es el sueño de un psiquiatra -dice Gazzaniga-. Algo que está allí, en el cerebro del paciente, y que influencia su comportamiento, pero que no puede alcanzar".
Podría explicar porqué las memorias fijadas en la tierna infancia son inaccesibles. Pueden ser agudas y claras, controlar el comportamiento futuro. Pero como se formaron antes de que el niño aprendiera a hablar, no pueden ser rememoradas a través del sistema del lenguaje, ni siquiera mediante lo que el psicólogo ruso Lev Vygotsky llamó ‘lenguaje interior’, idioma para sí mismo, o pensamiento.
Vygotsky creía que el pensamiento nace a través de las palabras. Sin palabras, sostenía, citando a un poeta ruso: ‘Mi pensamiento, sin encarnarse, regresa al reino de las sombras’. Nuestras primeras memorias moran también en el reino de las sombras. Y sin embargo, algo se experimentó, y parte de su sabor permanece para rondarnos a lo largo de nuestras vidas.
Quizá las funciones del hemisferio derecho están demasiado ocultas en las sombras para ser llamadas pensamiento. Según el fisiólogo australiano sir John Eccles, ganador del Premio Nobel, el hemisferio derecho no puede pensar verdaderamente. Hace una clara distinción entre la simple conciencia de ruidos u olores, que compartimos con los animales, y el mundo del lenguaje, pensamiento y cultura, que es realizado por el hombre. Los animales pueden ser acondicionados, pero no pueden crear una cultura, dice. Los primates no dejan construcciones, arte, nada que pueda vivir más allá de su propia época, a pesar de tener un cerebro casi tan grande como el del hombre. En su opinión, todo lo que es verdaderamente humano deriva del hemisferio izquierdo, donde se aloja el centro del habla, y donde suceden acciones recíprocas entre el cerebro y la mente.
Cuando el hemisferio derecho de una mujer cuyo cerebro ha sido dividido ve algo que la hace sonreír o sonrojar, no es correcto decir que no puede ‘informar’ por qué sonrió: no ‘sabe’ por qué lo hizo. Solamente el hemisferio izquierdo puede tener pensamientos sinceros o conocimiento real, a través del lenguaje.
‘¿Puede la mitad derecha del cerebro apreciar las películas mudas de Chaplin?’-se le preguntó a Eccles en una reunión de la Sociedad para la Neurociencia.
‘¿Cómo lo sabría usted?’-respondió, con carcajada general de la audiencia. Tanto el informe de dicha apreciación como nuestro entendimiento sobre ella, requieren el hemisferio izquierdo.
No obstante, la evidencia favorece enormemente un panorama generoso de la mitad derecha del cerebro, cuyo rol puede ser mucho más importante de lo que sabemos hoy en día.

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