lunes, 10 de diciembre de 2007

El Cerebro Emocional


El soporte biológico de la mente humana es el sistema nervioso, ramificado desde el cerebro hasta la punta de los dedos. Nuestro sistema nervioso es la herramienta con la cual nos enfrentamos a la vida e intentamos comprenderla. Pero, ¿es fiable como instrumento de conocimiento?, ¿vemos realmente lo que hay?, ¿nos percatamos de la realidad en forma objetiva?

Nuestro cerebro está formado por varias zonas diferentes que han evolucionado en los últimos doscientos millones de años. Cuando en el cerebro de nuestros antepasados crecía una nueva zona, generalmente la naturaleza no desechaba las antiguas; en vez de ello, las retenía, formándose la sección más reciente encima de ellas. Esas primitivas partes del cerebro humano siguen operando en concordancia con un estereotipado e instintivo conjunto de programas que proceden tanto de los mamíferos que habitaban en el suelo del bosque como, más atrás aún en el tiempo, de los toscos reptiles que dieron origen a los mamíferos y, aún más atrás, de los anfibios que dieron orígen a esos reptiles...

La parte más primitiva de nuestro cerebro, el llamado ‘cerebro reptil’, se encarga de los instintos básicos de la supervivencia: el deseo sexual, la búsqueda de comida y las respuestas agresivas tipo ‘pelea-o-huye’: fly o fight response.

En los reptiles, las respuestas al objeto sexual, a la comida o al predador peligroso eran automáticas. No existía la corteza cerebral, con sus circuitos para sopesar opciones y seleccionar líneas de acción, como lo hacemos ahora. Sin embargo, muchos experimentos han demostrado que gran parte del comportamiento humano se origina en zonas profundamente enterradas del cerebro, las mismas que en un tiempo dirigieron los actos vitales de nuestros antepasados.

"Aun tenemos en nuestras cabezas estructuras cerebrales muy parecidas a las del caballo y el cocodrilo", dice el neurofisiólogo Paul MacLean, del Instituto Nacional de Salud Mental de los EE.UU. Mac Lean desarrolló un modelo de la estructura cerebral del ser humano conocido como "cerebro triádico" (The Triune Brain, Emotion, and Scientific Bias, 1970). Nuestro cerebro más primitivo, o cerebro reptil, se remonta a más de doscientos millones de años y, nos guste o no, aún dirige parte de nuestros mecanismos para cortejar, casarse, buscar hogar y seleccionar dirigentes. Es responsable de muchos de nuestros ritos y costumbres.

El salto cuántico de las Emociones

El sistema límbico, también llamado cerebro medio, es la porción del cerebro situada inmediatamente debajo de la corteza cerebral, y que comprende centros importantes como el tálamo, hipotálamo, el hipocampo y la amígdala cerebral, centros que funcionan en los mamíferos y son los responsables de movimientos emocionales como el temor o la agresión.
En el ser humano, estos son los centros de la afectividad, es aquí donde se procesan las distintas emociones y el hombre experimenta penas, angustias y alegrías intensas .

El papel de la amígdala como centro de procesamiento de las emociones es hoy incuestionable, y es lo que explora Daniel Goleman en su libro La Inteligencia Emocional. Experimentos recientes demuestran que pacientes con la amígdala lesionada ya no son capaces de reconocer la expresión de un rostro o si una persona está contenta o triste. Los monos a las que fue extirpada la amígdala (un área del sistema límbico que se encuentra a ambos lados del cerebro medio)manifestaron un comportamiento social en extremo alterado: perdieron la sensibilidad para las complejas reglas de comportamiento social en su manada. El comportamiento maternal y las reacciones afectivas frente a los otros animales se vieron claramente perjudicadas.

Los investigadores J. F. Fulton y D. F. Jacobson, de la Universidad de Yale, aportaron además pruebas de que la capacidad de aprendizaje y la memoria requieren de una amígdala intacta: pusieron a unos chimpancés delante de dos cuencos de comida. En uno de ellos había un apetitoso bocado, el otro estaba vacío. Luego taparon los cuencos. Al cabo de unos segundos se permitió a los animales tomar uno de los recipientes cerrados. Los animales sanos tomaron sin dudarlo el cuenco que contenía el apetitoso bocado, mientras que los chimpancés con la amígdala lesionada eligieron al azar; el bocado apetitoso no había despertado en ellos ninguna excitación de la amígdala y por eso tampoco lo recordaban.

El sistema límbico está en constante interacción con la corteza cerebral. Una transmisión de señales de alta velocidad permite que el sistema límbico y el neocórtex trabajen juntos, y esto es lo que explica que podamos tener control sobre nuestras emociones. El sistema límbico está orientado hacia las emociones y aprende por asociacion, por ello es fundamental para el desarrollo de la memoria.
Hace aproximadamente cien millones de años aparecieron los primeros mamíferos superiores. La evolución del cerebro dio un salto cuántico. Por encima del bulbo raquídeo y del sistema límbico la naturaleza puso el neocórtex, el cerebro racional.

A los instintos, impulsos y emociones se añadió de esta forma la capacidad de pensar de forma abstracta y más allá de la inmediatez del momento presente, de comprender las relaciones globales existentes, y de desarrollar un yo consciente y una compleja vida emocional.

Hoy en día la corteza cerebral, la nueva y más importante zona del cerebro humano, recubre y engloba las más viejas y primitivas. Esas regiones no han sido eliminadas, sino que permanecen debajo, sin ostentar ya el control indisputado del cuerpo, pero aún activas. Es decir, los "tres cerebros" interactúan entre sí.

La corteza cerebral no solamente está en el área más accesible del cerebro: sino que es también la más distintivamente humana. La mayor parte de nuestro pensar o planificar, el uso del lenguaje, la imaginación, creatividad y capacidad de abstracción, proviene de esta región cerebral.

Así, pues, el neocórtex nos capacita no sólo para solucionar ecuaciones de álgebra, para aprender una lengua extranjera, para estudiar la Teoría de la Relatividad o desarrollar la bomba atómica, sino que también proporciona a nuestra vida emocional una nueva dimensión.

Amor y venganza, altruismo e intrigas, arte y moral, sensibilidad y entusiasmo van mucho más allá de los rudos modelos de percepción y de comportamiento espontáneo del sistema límbico.

Por otro lado -esto se puso de manifiesto en experimentos con pacientes que tienen el cerebro dañado-, esas sensaciones quedarían anuladas sin la participación del cerebro emocional. Por sí mismo, el neocórtex sólo sería un buen ordenador de alto rendimiento.
Tal como expresó Goethe: "vemos solamente aquello que conocemos", a través de este análisis de lo que es el cerebro comenzamos a comprender que la objetividad depende de un adecuado menejo de nuestro sistema cognitivo. Porque si nuestro cerebro reptil no quiere ver algo, sencillamente hará que la corteza cerebral lo ignore. El concepto de Conciencia adquiere un significado más profundo cuando comprendemos las barreras que hay que cruzar pra acceder a una visión objetiva de la realidad.

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